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martes, 19 de enero de 2010

EL QUE ESPERA, DESESPERA


Que larga, aunque a la lejanía fue bastante corta. Que cansancio, aunque la energía igual alcanzó, si bien apenas. Mañana a la tarde es mi tarde, mi oscuro ocaso, dentro de unas pocas horas me ponen los aparatos, los terribles, feos y molestos brackets. Porqué mañana, lo quiero ya, ahora estoy mentalizada, mañana no, mañana no quiero. Ese reloj que corre pero que nunca da la hora indicada. Siempre es igual, por ejemplo, la primera cita, elijo la ropa, el peinado, la depilación, las uñas, el maquillaje, la cartera, el perfume, llegar 30 minutos tarde, llaves... no quiero, ya me cansé, si no le gusto? Me cambio? Estoy mostrando mucho o tal vez muy poco, un pucho y salgo... música... sahumerio... bueno, vamos.. el celular!!! Me olvidaba, a ver la hora? Uhhhhh, ya se me hizo re tarde para ir a......... a ............. aaaaaaaaa................. a dónde es que iba?



Entrevista de trabajo. Pelo prolijo, ropa formal, currículo en su carpetita, horario perfecto, cartera lista. Estoy en horario, es más, me sobran unos minutitos, porqué no salir ya? No. Prendo la tele un rato, para qué voy a ir? Siendo realista tengo un 50% de probabilidad de que haya un candidato mejor que yo y un 40% de dar mal la entrevista, entonces me queda un 10% de chances... un 10% contra la novela........... mmmmmmmmm.



Imagino un parto, esperando el tiempo de otro, dolorida y rezando para que al niño se le ocurra salir ya. O en cosas más simples, salir para la facultad o al gimnasio, me tomo un mate antes, bueno otro más porque tengo unos segunditos y salgo, una galletita, ya está, puse el huevo y no salgo nada, si hubiese salido en el momento anterior a la merienda llegaba a hora y me ahorraba un par de calorías.



Sacalo, ponelo, gritalo o callalo, salí o entrá, corré o dormí, lo que sea pero ya, no me hagas esperar porque mi cabeza avanza más rápido que el segundero y si me das tiempo de pensar no lo hago. Es ahora o nunca.



Lo tengo todo en mi mente. Consultorio del dentista. Yo con boca abierta, el odontólogo con pegamento en mano, mi mamá y su marido amarrandome para que no huya. Mi novio por teleconferencia mirando la situación desde el celular, mi hermana mensajeando al teléfono de mi mamá y mi padrastro llamando a su hija para relatarle la situación mientras mi sobrinito, al escuchar mi llanto, me grito desde el otro lado de la línea: "chia, chia".



Basta, ahora o nunca, tic-tac, tic-tac. No llega más. Tic-tac, tic-tac. Estará girando al reves? Tic-tac, tic-tac. Cuánto tiempo más me van a dar para arrepentirme? Tic-tac, tic-tac. No sería mejor todo ya? Sin programar nada:







  • Estás embarazada. Ya te lo saco y si tardo más de cinco minutos te regalamos un combo que incluye la incripción al jardín, una batita y un biberón.




  • Te salió el colesterol por las nubes. Con esta pastillita que te tomas YA se te pasa todo en media sentésima de segundo.



No es tan complicado. Pero no, todo alimenta mi miedo, un critter gigante me carcome desde adentro. No voy, listo. Fue. No es así, ya lo se, pero esta espera está convirtiendo mi elección, o mi suerte, en una obligación: voy porque tengo que ir, lo veo porque ya quedé, salgo porque tiene que pasar, que entre porque ya lo prometí, que los ponga porque debo. O sea esperar, para mi, es una obligación a la desesperación, y para quién no?







PD: Y sí, me los puse, soy el Pato Donald personificado, no se ven mucho pero comprobé que el colágeno en los labios no me quedaría muy bien. La espera? Largísima y ahora empieza otra... esperar a que me los saquen.

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