
Hoy voy a pecar de autobiográfica porque voy a hablar de mí, profundamente de mí. Por mucho tiempo creí tener "la relación perfecta", no de esas que te llevas bien, que te gusta, que congenían, que hasta hacen linda pareja, sino de las otras, esas que el sentimiento ancestral, de las que se piensa que nacieron para estar juntos, que estaba escrito y que nada de lo que ocurriese en el mundo de los mortales podría separarlos. Esa combinación única que no despierta críticas, ese enamoramiento que dura más de lo estipulado. El reconocerse a uno mismo con la mirada ajena y el no tener duda del destino ya trazado.
Es infantil creer en los cuentos de hadas? En aquel príncipe que nos alivia la vida? O en aquella princesita, tan linda y delicada, que lo que más merece es ser cuidada y protegida? Al caer en la realidad se cae en la cuenta de que el cuento de hadas no es más que una pareja, que el príncipe es sólo un hombre y que la dulce princesita es una mujer que debe ser fuerte, objetiva y ciudadosa de sí misma. Y no está mal. Las cuentas a pagar, los chicos en el colegio, la entrega de la facultad, o lo que sea, no son el entorno perfecto para el caballo blanco y un vestido con muchas capas de tul.
La madurez empieza cuando nos damos cuenta de que el amor no son sólo largas horas mirándonos a los ojos hasta ver nuestro reflejo, no son sólo interminables conversaciones acerca de los futuros hijos o de la futura vida juntos; el amor maduro es poder acompañar al otro, caminar por la playa de la mano sin tener que llenar silencios incómodos, respetar al otro en toda su integridad, con sus sueños, su vida, su familia y sus amigos.
Obviamente que debe haber un lugar para soñar, pero juntos y sabiendo que sólo un sueño es y que si juntos se trabaja se hace posible, no realidad. No más leer el horóscopo de la revista para ver su coinciden los destinos de nuestra semana, basta de numerología, cartas de tarot, runas, test, i-chi y demás juegos cósmicos que alimentan la mágica ilusión.
La pareja perfecta es la real, la que está al lado tuyo pidiéndote que no dejes las medias sucias en medio de la cama, aquella que pide que le avises si llegas tarde, quien valora tu sinceridad, aquel que conoce todos los defectos de tu cuerpo y te sigue eligiendo. Sabiendo esto ya no me parece tan perfecto aquel sueño rosado, hoy quiero una realidad multicolor.
Pd: Esta es la confesión de una persona que dejó de imaginarse con zapatitos de cristal, hoy no espero a un príncipe para que me rescate, soy feliz sintiendo el abrazo de un simple mortal, el mismo que se alegra con mi felicidad.
Al final no éramos tan diferentes a los demás como creíamos, la cuestión es seguir eligiendo ese único amor sabiendo que nada imposible magicamente va a pasar.

Hermoosoo, es una pura realiidad..
ResponderEliminarMe encatoo!
la magia de lograr lo imposible existe, solo hay que prepararse y ayudarla aque suceda mi guguita hermosa...
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